He perdido por completo la noción del tiempo, es todo tan oscuro, tan húmedo, tan triste. Han pasado días, años la verdad no lo sé.
Recuerdo el primer día en el que serví para elaborar la más hermosa carta de amor que he leído.
Nací el día en que llegué a sus manos. Él era un muchacho de diecisiete años que me adquirió por cincuenta céntimos. Al llegar a su casa se me concedió un lugar propio que estaba ubicado en un librero que él mismo había fabricado.
El muchacho tiene un sueño de dirigir su propia película por lo que siempre me coge y empieza a escribir.
La primera vez que salí con Jake, fue un lunes por la tarde, llegó de la academia, entró al cuarto y lo note algo entusiasmado y jovial, se cambió de ropa, se perfumó, tomó una hoja en blanco, que dobló y colocó en el bolsillo de atrás. Luego vino hacia mí me cogió de en medio y me llevó al bolsillo de la camisa. Me sentí de igual modo emocionado por que era la primera vez que salía y estar en aquella habitación me tenía un poco aburrido. Entramos a una calle muy angosta y al dar la vuelta a la esquina vi una joven muy hermosa. Esa noche, noté triste a Jake, sabía que sufría por dentro cuando de un momento a otro su expresión cambio, sacó los papeles que había guardado en el bolsillo del pantalón, luego se acerco a mí, me tomo por la cabeza y empezó a escribir, era una carta de amor, tal vez la primera que había escrito, cuando terminó me dejó sobre la cama. Se levantó y recorrió la habitación revisando lo que había escrito, luego la doblo y lo coloco en un libro. Un día lo noté desesperado, sacó la carta que había escrito y salió como un relámpago, pasando varias horas regreso, contento tomo otra hoja me tomo a mí y empezó, cuando hubo cumplido con sus expectativas doblo lo escrito y lo guardo en su bolsillo. Esto se volvió rutina durante dos semanas. Luego pasaron tres meses, yo aun servía, y notaba un cambio enorme en Jake ya no era el chico alegre que escribía cartas de amor, ahora lo que escribía eran cosas tristes, llenas de agonía y odio, cada vez que escribía me mojaba con pequeñas gotas que salían de sus ojos. De hecho en varias ocasiones en que llegaba ebrio me tomaba bruscamente, me hacía mucho daño, me presionaba fuertemente; tuve mucho miedo tanto así que no quería que me utilizara. La última vez que vi a Jake fue una noche en que entró a la habitación sudando, temblando, estaba ebrio, tenía sangre en las manos y en la camisa. Se sentó un momento en su cama mientras repetía “yo la amaba en verdad”, fue entonces cuando se levantó y salió y nunca más lo vi. Luego de una semana entro una señora llorando con una caja en la mano iba recogiendo todas las cosas del librero incluyéndome a mí. Cuando la señora hubo recogido todo, tomó la caja y la llevó a una habitación bajando las escaleras, empezó a cerrar la caja, note poco a poco que la luz se iba desvaneciendo y entraba una oscuridad, una oscuridad perpetua. Espero que algún día alguien me saque y pueda terminar con mi existencia, escribiendo solo unas cuantas líneas puesto que solo para eso tenía tinta; mientras tanto sigo esperando en el olvido.
miércoles, 7 de abril de 2010
UN LAPICERO EN EL OLVIDO
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